¡Vivan las arañas!

 

Es cierto, las arañas son odiosas,

peludas, antipáticas, reptantes, 

traidoras, feas, crueles, acechantes,

y en las distancias cortas, espantosas.

 

Podrían añadirse muchas cosas

sobre esas bestezuelas repugnantes,

pero entre tantas taras enervantes

tienen una virtud: son silenciosas.

 

Y si esto fuera poco, me confieso

de las arañas fiel apologeta

por sus aportaciones al progreso.

 

Medalla merecieran, cual atleta,

y público homenaje en el Congreso,

pues tienen los mosquitos en su dieta.