Prefacio
¡Oh, manes de Quevedo y de Cervan-,
os pido amparo contra la censu-
del Santo Oficio Progre y de sus cu-
ante el pecado siempre vigilan-!
Puesto que con la iglesia hemos topa-,
la iglesia del Sagrado Progresis-,
a vulnerar su fe no me resis-:
¡Caigamos con afán en el peca-!
Capítulo I
Gimeno, Beatriz, la podemi-,
es una veterana luchado-,
de utópicos futuros propulso-
y una muy virtuosa señori-.
Para ella la igualdad es lo importan-,
suprema diosa de la progresí-;
por eso nos insiste cada dí-
en acatar su aviso a navegan-.
Tomando sus deseos como nor-
que habrán de obedecer todas y to-,
enseña doctoral los nuevos mo-
de su particular contrarrefor-.
Desde su lesbianismo combatien-
fulmina a los heteros reacciona-
y aspira a emparedarlos en arma-
donde sufrir castigo enternamen-.
Activa dictadora progresis-,
mil tipos de injerencias nos procla-
y mete sus narices en la ca-
para joder mejor a los machis-:
“Para que la igualdad no sea un bu-
sino una realidad viva y since-,
propongo que con polla de made-
las mozas a los mozos den por cu-”.
Capítulo II
Pero las cosas revoluciona-
son una fuente que jamás se ago-:
tomemos todos, pues, debida no-
de otras medidas más que necesa-.
Porque en el ministerio de la Ire-,
cobrando un sueldo de quitar el hi-,
impone lo que súrgele del chi-
en nombre del santísimo progre-.
Las camas son de nuevo el objeti-
de nuestra campeona feminis-,
infatigable en aumentar la lis-
de normas de carácter precepti-.
Porque el añejo virus del fascis-
se mama y se transmite ya en la cu-;
por eso lo mejor es la comu-,
antídoto ideal contra el sexis-.
Eso de que los niños por pira-
se tengan, y las niñas por prince-,
son viejas taras pequeñoburgue-,
heteropatriarcales, mojiga-.
Por eso hay que cambiarles la plaqui-
desde la incubadora hasta el despa-.
La de ellas: “Aquí duerme un marima-”.
La de ellos: “Aquí duerme un mariqui-”.