Ya lo dixo el romano (¿o acaso fue el heleno?):
peor es un pedante q’un bicho con veneno,
pues lo confunde todo, lo malo con lo bueno,
lo recto con lo tuerto, lo hueco con lo lleno.
–Pero, ¿quién es pedante? ¿Cómo es? ¿En qué se nota?
–Lo definió Unamuno (toma pluma y anota):
pedante es el qu’estudia e incluso saca nota
pero nunca consigue dexar de ser idiota.
S’advierte en su discurso, pesadamente enfático,
inflado, pretençioso, oscuro, problemático,
qu’embauca a los incautos con su verbo enigmático
propio d’un rencoroso, frustrado cathedrático.
Es típico de quienes, una y otra vegada,
envuelven su ignorançia bien emperifollada
y, de forma torçida, artera y rebuscada,
dicen luengas palabras para non deçir nada.
En esta Expaña nuestra de próçeres ladrones,
de tanto analphabeto con condecoraçiones,
nos han salido agora, cual grano en los coxones,
unos profesorçiellos de posrevoluçiones.
De todos los maestros en giros palabreros,
son ellos los más diestros y los más tortiçeros
ya que saben que deben non ser nunca sinçeros,
pues si les entendieren, veríanse sus cueros.
Siempre están mareando con circunvoluçiones,
regates, disimulos, farsas y ocultaçiones.
Letal es su proyecto cual jugo de escorpiones,
más cursi es su discurso que cerdo con tacones.
En esto, como en todo, hay jerarquizaçión,
pues non valen lo mesmo mula que garañón.
En parla retorcida habemos campeón:
el oro es, sin dudarlo, ¡para Íñigo Errejón!
El premio sueco ése habría de ganar
por sus aportaçiones en ciencia de parlar:
de complicar, tan burdo, saca complejizar,
y el dialogar vetusto es interlocutar.
Manan sus excreçençias d’un núcleo irradiador,
¡atómica ocurrençia d’insoportable hedor!
Fablemos paladino, qu’es fabla de señor:
su verdadero nombre es núcleo engañador.
También son, cual Petronios, árbitros d’elegançia,
y exercen magisterio al regresar de Françia,
pues su sabiduría, de todo menos rançia,
esparçen en lecciones de sin igual sustançia.
Y ansí los Echeniques, Iglesias y Errejones,
tocados por las musas tras santas libaçiones
en gratas francachelas ornadas de cançiones,
reclaman, muy gallardos, nutricias chupaçiones.
Se ve que harto les place façer el maxadero:
recuerden a su jefe fablándole a un madero,
dando muerdos a tíos, gritando pendençiero
o yendo a ver a reyes cual fuera un mamporrero.
Ajuntan a Maduro, el que no usa chaqueta,
pero entre cineplastas se visten d’etiqueta,
les plaçe mucho Castro, colegas son de ETA,
y en medio del Congreso se sacan una teta.
Ocultan sus ideas, non se diçen marxistas
ni revoluçionarios, ¡y menos, comunistas!
Suena más imponente ser estructuralistas,
gramsçianos, laclausianos, epistemologistas.
Pero, fablando claro, déjenme que m’explique:
lo que quieren Pablemos, Íñigo y Echenique,
por mucho que lo nieguen, por mucho que les pique,
es anegar España en caca bolchevique.
Termino aquí la trova, señoras y señores.
Abran ojos y orejas ante estos timadores:
non valen luego quejas ni llantos ni dolores
si votan pedantuelos para legisladores.