Jesús Laínz ya nos obsequió hace dos años con su magnífico Adiós, España, un estudio asombrosamente erudito de impresionante rigor histórico en el que desmontaba pieza a pieza las mentiras sobre las que los nacionalistas han venido construyendo sus fantasías oníricas desde finales del siglo XIX.
Ahora nos regala otra obra excepcional, de carácter más divulgativo y ameno, en la que repasa las ejecutorias de nada menos que sesenta vascos y catalanes ilustres, reyes, militares, exploradores, escritores, científicos, religiosos, políticos, aventureros, filósofos e inventores, hombres y mujeres fuera de lo común, que destacaron en su campo de actividad demostrando virtudes heroicas, inteligencia sin par, sentido del honor y capacidad de sobrepasar los más arriesgados límites en la entrega a su vocación o a sus ideales. Personas, en fin, de las que cualquier país se sentiría orgulloso y recordaría con emoción, festejando sus memoria y dedicándoles todo tipo de distinciones.
Pues bien, casi todos ellos o son ignorados o sus biografías mutiladas o simplemente presentados como lo contrario a lo que fueron y significaron por parte de unas élites particularistas cuyo único afán es falsificar el pasado para aprovechar el presente mediante el engaño a una ciudadanía crédula e ignorante. No es extraño que en este clima de analfabetismo el prólogo del nuevo Estatuto de Autonomía de Andalucía invoque como referencia de una inexistente realidad nacional a un manifiesto redactado por cuatro payasos en 1919 en vez de rememorar a San Isidoro, a Fernando III o a los Reyes Católicos, que ellos sí tuvieron que ver con lo que es hoy nuestro luminoso sur.
Redactado en forma de breves y jugosos notas, La Nación falsificada, que así se titula el magnífico trabajo de Laínz, recorre doce siglos de historia de España y demuestra inapelablemente que nuestra antigua y atormentada patria ha sido destilada en el alambique del tiempo con una aportación humana valiosísima procedente de Cataluña y de las Vascongadas, partes inalienables de nuestro acervo común, tal como queda patente en las trayectorias singulares de los personajes reseñados.
Otro libro impagable de un cántabro inasequible al desaliento.
Aleix Vidal-Quadras
La Razón, 29 de diciembre de 2006