Desde Santurce a Bizancio

Éste es el cuarto libro del abogado y empresario cántabro Jesús Laínz, quien publicó en 2004 Adiós, España. Verdad y mentira de los nacionalismos, en 2006 La nación falsificada y un año más tarde España desquiciada. Su obra última, Desde Santurce a Bizancio, es un libro redondo, erudito, con un detalle admirable, que se suma a la considerable lista de obras y autores que desde hace largos años denuncian las manipulaciones de los nacionalismos regionales.

 

No es un empeño vano. Son ya centenares de títulos, con tesis sólidas y contrastadas, que dan fruto y sin duda lo darán en el futuro. La tarea de los principales intelectuales vascos ha sido fundamental para poner en jaque a ETA, PNV y compañía. Otro tanto, aunque en menor medida, puede decirse respecto al separatismo catalán. 

 

Desde Santurce a Bizancio muestra que los problemas españoles no son exclusivos, sino en realidad la variante de una enfermedad europea, que complicó de forma extraordinaria la vida de los ciudadanos corrientes, desde hace más de un siglo. La historia es tragicómica y en muchos lugares de Centroeuropa las manipulaciones y sus consecuencias para la población han sido mucho más perturbadoras que para los habitantes de esta antigua y gran nación llamada España.

 

El elemento común es, una vez más, la estupidez humana, cuyo impacto condiciona las ideologías y a veces incluso se impone a ellas. El último capítulo está dedicado a la situación española, singularmente a los disparates en materia lingüística, pero yo recomendaría al lector empezar por el apartado Divertimento alla balcánica, un episodio real de la Europa de entreguerras, cuando un grupo de intelectuales franceses inventaron los supuestos agravios padecidos por un país imaginario de la Europa oriental, Poldavia, que parecía inspirado en las historietas de Tintín y que a pesar de su inexistencia consiguió el apoyo de cierto número de diputados de la Asamblea Nacional, casi todos de izquierdas y socialistas. El relato es tronchante y constituye toda una exhibición de la impostura y la ignorancia de tantos actores públicos.  

 

Sólo echo en falta un detalle: la famosa carta anticatalana que en 1967 costó una sanción y posterior condena a la revista barcelonesa Destino era, en realidad, una carta irónica, y su autor, J. P. Soley, era en realidad el futuro presidente de la Generalidad: Jordi Pujol Soley. No era un texto inventado, como alguien dijo.

 

Miguel Platón

Tele Madrid, 8 de marzo de 2012