El escritor desmonta en El privilegio catalán el discurso victimista del “España nos roba”
Para Jesús Laínz (Santander, 1965), el discurso del “España nos roba” no es más que el último paso del independentismo catalán, dado al calor de la crisis económica, después de “décadas envenenando con cuestiones históricas como 1714 o Casanova”.
Jurista de formación y articulista en numerosos medios de comunicación, Laínz ha querido darle la vuelta a las tesis separatistas en El privilegio catalán (Ed. Encuentro), donde repasa cómo han sido los últimos 300 años de negocio de la burguesía catalana. “España no solamente no nos roba, sino que además nos paga”, dice. “He echado la mirada para atrás y he puesto el límite en la llegada de los Borbones, en Felipe V, el gran coco de los catalanistas, cuando dicen que pierden la independencia. Justo con Felipe V empieza el privilegio catalán”.
¿En qué consiste el privilegio catalán?
En la política proteccionista, en levantar barreras arancelarias. Es decir, cuando quieres que se venda un producto español pones barreras arancelarias para restringir con impuestos el producto extranjero. En los siglos XVIII, XIX y buena parte del XX, hasta la entrada en la UE, España fue un país muy proteccionista, más que otros. Al ser industrialmente más débil, tenía que proteger sus productos. Cataluña fue fundamentalmente una potencia textil, y sigue siéndolo hoy. Pero la principal potencia era Inglaterra, así que Felipe V puso aranceles para no hundir al textil, entre otros negocios. La industria textil catalana sobrevivió no sólo por sus méritos, sino también porque el Estado la protegió. Felipe V ordenó que la ropa de los militares, cientos de miles de uniformes, se comprara al textil catalán. Por supuesto que el proteccionismo no era sólo para la industria catalana, sino para toda la economía española. Pero el 94 por ciento del textil era catalán, y sobrevivió porque durante 300 años todos los gobiernos, Franco incluido, protegieron la industria catalana.
¿Qué papel tuvo la burguesía catalana?
Durante todo el siglo XIX la región privilegiada fue sobre todo Cataluña. En concreto la patronal catalana, quienes más querían seguir teniendo el mercado español y colonial cautivo. A los cubanos no se les permitió el libre comercio con EE.UU. para favorecer la industria catalana, por ejemplo en el caso de los sacos de café. Los que más se opusieron a la autonomía política y económica de los cubanos fueron los catalanes; les beneficiaba la cautividad de los mercados nacional, cubano y filipino. Lejos de ser el agua que les ahoga, España es la piscina en la que nadan. Si no hubieran sido parte de España, no se habrían enriquecido con el proteccionismo, con un mercado cautivo y con el esclavismo... El último país en abolir la esclavitud en las colonias fue España, y el principal centro esclavista y abolicionista fue Cataluña. El señor Güell, por ejemplo, fue un esclavista.
¿Cuándo se produjo la traición de la burguesía?
Cuando Cuba cae. Los catalanistas le piden en 1901 a Sagasta la autonomía para Cataluña. El presidente les dijo: “Sois los que más os habéis opuesto a la autonomía para Cuba. Si Cuba se ha perdido, ha sido en buena parte por el privilegio del que ha gozado Cataluña”. La traición fundamental de la burguesía catalana fue su cambio de discurso: mientras Cuba fue un negocio, se opusieron más que nadie a la autonomía de Cuba. Más que el Gobierno español. Sin embargo, cuando se pierde Cuba, los fabricantes dan el paso al separatismo. Aquí se demuestra que el dinero no tiene patria. Mientras España fue negocio, fueron los más españolistas, los más patrioteros, los más belicistas...
¿Cuándo dejó España de ser un negocio?
En el 98, porque se pierden las colonias. Luego España siguió siendo su mercado cautivo, pero ya sólo era la península. En Cuba perdieron sus plantaciones, sus tabacos, su arroz, su azúcar... La crisis tremenda de la pérdida colonial fue una de las causas por las que empezó el separatismo. Ahí es cuando hicieron caso a los separatistas, que hasta entonces eran unos pocos.
Dice que el privilegio catalán se mantuvo en el siglo XX
La burguesía catalana fue el principal apoyo de Primo de Rivera para que los protegiera contra el terrorismo anarquista. Querían que el Ejército llegara allí y pusiera orden, pues iban contra los industriales. Cambó, líder de la Lliga Regionalista, el partido catalanista de derechas, apoyó al dictador. En el 36 pasó lo mismo. Cuando la revolución marxista llamó a su puerta, la Lliga, la CiU de hace cien años, se alineó con Franco: Cambó puso su fortuna a los pies de Franco. Los mandos y diputados y senadores e incluso ministros que eran separatistas se afiliaron a Falange, apoyaron económicamente a Franco y fueron alcaldes de Falange, ministros y embajadores. Muchos de ellos luego en el 77 se pasaron a CiU y siguieron siendo alcaldes. La burguesía catalana siempre estuvo al sol que más calienta; primero con Cuba, y luego con el separatismo como amenaza.
¿Por qué el sol que más calienta ahora es el independentismo?
Por el “España nos roba”, que es mentira: la comunidad que más paga y menos recibe es Madrid, luego Baleares y luego Cataluña. Pero no es cuestión de territorio. Uno paga por lo que gana, no por ser madrileño o de Burgos, por el IRPF. Si los catalanes son más ricos que los extremeños, cada uno de los catalanes paga más, pero el catalán fontanero paga menos que el extremeño empresario. Pero ojo, hasta las empresas propiedad de separatistas, en el momento en que han visto el caos de octubre, han traído el dinero a Madrid. Igual que en los años 20, primero con el general Martínez Anido y la ley de fugas para acabar con los anarquistas y luego en el 23, financiando a Primo de Rivera. Cuando las cosas se ponen feas vuelven a acordarse de mamá España. Ahora ha pasado lo mismo: por un lado estaba el ardor patriótico, pero cuando han visto que las empresas de no separatistas empezaban a salir, ha habido empresas separatistas que también han optado por irse por si acaso.
Jaime G. Mora, ABC, 21 de diciembre de 2017