"Rezo todos los días por la desaparición del Partido Popular"

Hablar con Laínz equivale a aprender historia y a deshacer tópicos. Por ejemplo el famoso Espanya ens roba. 

 

Laínz es autor de numerosas obras que analizan la relación entre Cataluña y el resto de España, como es El privilegio catalán. 300 años de negocio de la burguesía catalana, editado por Ed. Encuentro.

 

Jesús Laínz (Santander, 1965) es un montañés típico. De carácter y forma de ser transparentes, sin dobles raseros. Directo. Un hombre con el que se disfruta una charla versada sobre la Historia con mayúsculas.

 

Jurista de formación y escritor de vocación, es de los pocos españoles que se atreven a atestiguar con hechos históricos (¡y qué hechos!) en esta España cuarentonamente democrática las manipulaciones y tergiversaciones que llevan poniendo en práctica separatistas y progresistas de toda índole durante mucho tiempo en la piel de toro.

 

Queremos aprovechar la publicación de su último libro para conocer qué fue Cataluña y cómo se ha transformado en la “anti Cataluña” de nuestros días.

 

¿Es usted de los pocos autores que se atreven a poner puntos sobre las íes al separatismo?

 

En la época en que empecé con los libros de esta temática, con Adiós, España en 2004, estaba el plan Ibarretxe de actualidad y lo que llamaban el pacto de Barcelona. Estaban todo el día dando la lata con la plurinacionalidad del Estado, etc., y continuamente vertiendo en los medios de comunicación todo tipo de patrañas históricas para legitimar la existencia de sus hipotéticas naciones. Como siempre me ha gustado mucho la historia, estaba todo el día dándole vueltas a los asuntos que planteaban y escribí varios artículos para prensa local. Ahí me di cuenta de que el tema daba para mucho. Este último libro nace de una rama que le salió al tronco de España contra Cataluña, historia de un fraude, que es la rama económica.

 

¿Por qué?

 

Porque en los últimos años el eslogan central de la propaganda catalanista ha sido “España nos roba”. Si no se comprende lo que sucedió en los siglos XVIII y XIX no se comprenderá lo que pasa hoy. Esa fue la razón por la que amplié el tema y escribí El Privilegio catalán.

 

Comenta en el libro que todo empezó con los Borbones. ¿Por qué esta región y no otra?

 

Una de las grandes falacias del catalanismo es que los catalanes estuvieron apartados de América. Eso no es verdad, como explico en el primer capítulo del libro. Los catalanes pudieron conquistar América. Con Hernán Cortés fueron catalanes, con Colón fueron catalanes, los primeros monjes que evangelizan el Caribe son de Montserrat y, por supuesto, cualquier catalán podía ir a América y hacer lo que le diera la gana siempre y cuando pasara por el puerto de Sevilla y de Cádiz después.

 

Más tarde se liberaron todos los puertos para comerciar con el resto del imperio, no sólo Barcelona, también Santander o las Canarias. El monopolio que tenían hasta la llegada de los Borbones el puerto de Sevilla y Cádiz era por mil razones, fiscales y de protección de los convoyes contra los piratas, por ejemplo.

 

Una de las ciudades que se vió especialmente beneficiada es Barcelona por ser la más potente industrial y comercialmente. Era una ciudad populosa con mucha iniciativa. Por eso se acabó convirtiendo en la capital imperial de España en el siglo XIX mientras que la capital imperial en los tres siglos anteriores fue Madrid desde el punto de vista político y Sevilla desde el comercial.

 

También Barcelona fue la metrópoli esclavista de toda España. Tanto es así, que el peso anti abolicionista que hizo que nuestro país fuera de los últimos europeos en abolir la esclavitud estuvo sobre todo en la Ciudad Condal.

 

¿Cómo surge el germen identitario catalán?

 

Charles Maurras, el ideólogo de la derecha reaccionaria y monárquica francesa de principios del siglo XX, se lamentaba de que la recuperación de la lengua catalana había tenido mucho éxito mientras que la del provenzal no, y eso que ellos habían tenido un premio Nobel, Frédéric Mistral. La diferencia fue que a la recuperación de la lengua catalana se le añadió el catalanismo político, mientras que en el caso provenzal no le siguió el provenzalismo político.

 

A mediados del siglo XIX en Cataluña se empezó a recuperar el catalán como lengua digna de ser escrita, porque como lengua familiar no se había perdido nunca. Pero a nadie se le ocurría escribir una carta a otro amigo en catalán, se consideraba indigno. Pero a ninguno de los literatos que recuperaron la lengua catalana se le pasó por la cabeza que eso era en contra de España. Todo lo contrario, estaban orgullosísimos de recuperar una lengua española.

 

¿Por ejemplo?

 

En el libro Patria de Verdaguer hay versos a la batalla de Lepanto, al Dos de Mayo, a la Virgen Inmaculada patrona de España… En definitiva, es el libro más patriótico del siglo XIX… y fue escrito en catalán. Precisamente los que estaban en contra de esto fueron los liberales porque decían que no, que había que uniformizar a todo el mundo y que todo el mundo hablara la misma lengua.

 

Cuando llegó el 98, buena parte de la burguesía catalana consideró que, como España ha dejado de ser negocio, era mejor irse. Pero el argumento de la avaricia solo quedaba feo, así que quedaba “echarle carne nacional” al asunto. El esqueleto estaba claro: España es un mal negocio, vámonos. Pero para crear el sustrato de la “nueva nación” tiene que haber otra cosa, tiene que haber doctrina. ¿Y cuál fue ésta? Que Cataluña había perdido su libertad en 1714, que fueron corona catalano-aragonesa… Y eso se sumó al factor económico y surgió el nacionalismo catalán.

 

¿No es psicológicamente dañino que el mito fundacional de la supuesta nación catalana sea una derrota?

 

El recurso a una batalla como “edad de oro” es muy común en los nacionalismos europeos. En el caso catalán el disparate es mayor. Que si existen antes que nadie en Europa, que si son anteriores a los romanos –cuando el catalán nace del latín, como otras muchas lenguas–…

 

El problema es que da muchos réditos el presentar la derrota contra España como el momento en el que Cataluña cae y muestra la Cataluña que hay que recuperar –la previa a 1714–. De ahí su afán por endiosar a los “independentistas” de 1714. Las supuestas naciones oprimidas que quieren “recuperar” su independencia perdida tienen que fijarse en el supuesto momento el que perdieron esa independencia. Si no, no se entiende la reivindicación.

 

¿Por qué no hay historiadores en TV que aparezcan para desmentir todas estas cosas?

 

Todo el mundo que haya estudiado la historia del siglo XVIII sabe de qué va la Guerra de Sucesión. A los catalanes les han enseñado una cantidad enorme de patrañas. Y no se oye a casi nadie que conteste a la versión establecida en los grandes medios porque éstos dependen de los políticos de turno, a los que no les interesa cambiar las circunstancias.

 

¿Cómo es posible que Cataluña haya olvidado a sus verdaderos héroes, que tanto dieron por España?

 

Porque a la Generalidad no le interesó lo más mínimo conmemorar estos hechos como, por ejemplo, el sitio de Gerona de 1809 en la Guerra de la Independencia –que ellos llaman ‘del Francés’, no vaya a ser que se den cuenta las nuevas generaciones de que los catalanes de entonces lucharon por España–.

 

¿Cómo les van a enseñar eso y otras tantas cosas si todos los discursos y las proclamas eran a favor de la defensa de España? Además, Gerona fue uno de los primeros lugares donde se empleó la bandera rojigualda en tierra porque hasta ese momento había sido la bandera de la Marina.

 

Si hasta el famoso cuadro de Martí Alsina, El sitio de Gerona ha sido manipulado por ellos para que en vez de mostrar la rojigualda sea la señera…

 

Recoge muchos favoritismos estatales a Cataluña. ¿Cuál cree que es el mayor de todos ellos?

 

El proteccionismo se extendió durante doscientos y picos años, por lo que es muy difícil circunscribirse a una faceta en concreto. Lo más llamativo es toda la política proteccionista en sí, quizá haciendo hincapié en el tema de las colonias porque si tuviéramos que poner un ejemplo del privilegio catalán tendríamos que echar un vistazo a Cuba. Cuando los cubanos reclamaron a los gobiernos de Madrid autonomía política, administrativa y sobre todo económica, las entidades que más se opusieron a estas reclamaciones fueron las empresariales catalanes. Por eso, los cubanos, cuando presentaron sus memorándum al gobierno español, siempre centraron su denuncia en el privilegio de los industriales catalanes. No pidieron ningún privilegio pero tampoco quisieron privilegios de otras regiones. Cuando en 1901 los cuatro primeros diputados de la Lliga Regionalista entraron en la Carrera de San Jerónimo, Bartolomé Robert, el alcalde de Barcelona, pidió al gobierno de Sagasta (tan solo tres años después del desastre del 98) el Estatuto de Autonomía. Es decir, lo mismo que ellos habían negado a los cubanos. Sagasta les contestó, como recojo en el libro, que “si hay alguna parte de España que no puede quejarse es precisamente Cataluña porque probablemente se hayan perdido nuestras colonias debido al privilegio del que ha gozado Cataluña”.

 

¿Hasta qué punto se puede relacionar el esclavismo con la caída del imperio español?

 

La estructura esclavista de la economía cubana y el proteccionismo económico, que hacía que Cuba fuera un mercado cautivo para las industrias españolas, fueron las dos columnas en las que descansó la prosperidad de Cuba, de los empresarios de allí y de los de aquí. Es decir, sin la esclavitud, el tabaco, el azúcar y el café no habrían sido tan negocio y, sin proteccionismo, el mercado cautivo tanto para importar como para exportar no habría tenido la importancia que tuvo. Por eso Cataluña, la región más industrializada de la España del XIX, fue la que más presionó para que eso se quedara como estaba. Hay un montón de manifiestos y cartas de empresarios catalanes que explican esto con claridad: como la estructura esclavista y proteccionista de Cuba caiga, se perderá Cuba, y si se pierde Cuba se arruina Cataluña. Por eso, la capital del antiabolicionismo fue Barcelona.

 

¿Tan importante fue el esclavismo como negocio?

 

Entre las familias esclavistas más conocidas, los Güell fueron de los más notables. Juan Güell i Ferrer fue una de las grandes fortunas catalanas del XIX, un indiano propietario y traficante de esclavos en Cuba. Sus descendientes fueron los que pagaron el Parque Güell. Otro, el señor Xifré, uno de los principales propietarios de fincas urbanas de Barcelona, que dio pie a la expresión de “ser más rico que Xifré”, también tuvo esclavos en Cuba. 

 

Es curioso cuando dice que un insulto que había en Cuba era llamar a alguien catalán…

 

La hispanofobia arranca en la Baja Edad Media, en el Mediterráneo controlado por los catalanes. Según parece, la palabra catalán es insultante en las lenguas búlgara, albanesa y otras de los Balcanes, porque los almogávares fueron personas de pocas palabras. Lo mismo que ha pasado con los catalanes ha pasado con otros pueblos. Se acaban incorporando a las leyendas y a los cuentos para asustar a los niños, como el Duque de Alba en Holanda. Pero es curioso que en el XIX la palabra catalán fuera un insulto sobre todo entre los negros en Cuba.

 

¿Por qué?

 

Hay un par de coplas muy interesantes que cantaban los negros en aquella época. Una de ellas decía “Desde el fondo de un barranco / grita un negro con afán / Dios mío quien fuera blanco / aunque fuera catalán” y “¡Ay!, cuando amaso yo / sabrosito sale el pan. / ¡Ay!, panadero soy / y esclavo de catalán”. Todo esto hoy en día choca, pero demuestra que muchos de los más duros esclavistas de la época fueron catalanes. Pero hay que dejar bien claro que esclavos han tenido todas las naciones en algún momento de su historia.

 

Saltando en el tiempo, ¿por qué la manía contra Franco cuando se ha demostrado que favoreció a Cataluña?

 

Gran parte de la sociedad catalana ha querido olvidarlo porque contradice su versión. Es una manera de limpiar su pasado. Muchos alcaldes separatistas fueron antes alcaldes del Movimiento.

 

La gran baza del franquismo es que es la gran excusa. En primer lugar, es la última manifestación, cronológicamente hablando, de la leyenda negra. Y eso a los separatismos les viene de maravilla. Por ejemplo, cuando el señor Puigdemont escapó a Bruselas, un diputado separatista flamenco puso en un tuit rápidamente la imagen de la furia española de 1573 para demostrar que Rajoy era el nuevo Duque de Alba que perseguía al demócrata catalán. 

 

Eso sigue muy vivo por parte de los separatistas vascos y catalanes. El problema es que el franquismo tuvo como jefe de Estado a un gallego y estas dos regiones estuvieron sobrerrepresentadas (banqueros y empresarios vascos y catalanes fueron los que financiaron gran parte del régimen y apoyaron a su victoria en la Guerra Civil). Según Salvador Madariaga, al que también cito en el libro, se podría decir que el franquismo fue una dictadura de la periferia sobre el centro y no al revés, como lo suelen pintar.

 

Por otro lado, hay un elemento esencial para comprender la España de hoy: la hispanofobia de la izquierda. Por ejemplo, el PSOE vasco se había caracterizado hasta la Guera Civil por su “euskerofobia”. Pasan de esta absurda “euskerofobia” a la absurda “euskerofilia” de considerarse los socialistas vascos a sí mismos malos vascos por no hablar euskera. Adoptaron todos los mitos, todas las señas de identidad de los nacionalistas. Aunque la hispanofobia no arrancó en la Guerra Civil, sí arrancó en el 98 con la autohispanofobia. La crítica a toda la historia de España, que ya comenzó con las Cortes de Cádiz y sobre todo en el 98, hizo que los progresistas de la época, y los socialistas después, hicieran suyo el discurso hispanófobo: España es algo anticuado, algo fascista. De ahí el diseño del Estado de las Autonomías según el modelo efímero y fracasado de la Segunda República porque se consideró que era el momento modélico para poder diseñar el Estado actualmente.

 

¿Qué opina del paripé de Rajoy y el artículo 155?

 

Ha sido una oportunidad maravillosa, trágicamente desaprovechada. Si estuviéramos entre ingleses, esto no hubiera ocurrido. Por cosas mucho menos importantes que un golpe de Estado, el gobierno inglés no ha tenido problemas en suspender la autonomía irlandesa durante años. ¿Podemos imaginarnos si durante cinco años se eliminase el régimen totalitario que asfixia Cataluña desde hace cuarenta? En otras palabras: si se asegura la imparcialidad de los medios públicos, si se extirpa el adoctrinamiento en las aulas, si se desactivan todas las entidades culturales y pseudoculturales generosamente regadas con dinero de la Generalidad, dedicadas durante mucho tiempo a dinamitar España desde dentro, si se abren las ventanas de Cataluña y se permite igualdad de oportunidades para exponer ideas, para defenderlas en televisión, para todo tipo de debates… veríamos que pasa después en las elecciones. Pero el problema es que nada de esto se ha hecho. No se ha extirpado el régimen totalitario en Cataluña. Es más, a TV3 ni la han tocado.

 

¿Cómo se puede contrarrestar en dos meses la labor intoxicadora de cuarenta años?

 

Es imposible. Por eso Mariano Rajoy, ese gran traidor a España, ha hecho que parezca que se aplica el artículo 155 cuando en realidad no se aplica. No ha valido para nada. Por eso digo el gran traidor, porque eso es lo que habría hecho cualquier separatista: hacer como que lo aplico de cara a la galería, pero realmente no lo aplico. Creo que lo único bueno de todo lo que hemos pasado es la grave crisis del PP, que se ha mostrado como cómplice del PSOE y los separatistas en la destrucción de España. Yo rezo por la desaparición del Partido Popular todos los días.

 

¿Qué puntos son los más importantes para encauzar una nueva convivencia en España?

 

Que desapareciese el PP como el “gran partido de la derecha” (suponiendo que la derecha exista en España) que ha tenido cautivo el voto de la derecha española durante cuarenta años –una gran parte de su electorado les vota con la nariz tapada, cosa que con el PSOE no sucede–. Algo de lo acontecido ha tenido que pasar factura y yo creo que esta vez se las van a pasar todas juntas. Esto sería maravilloso. Luego, que hubiera surgido en la izquierda un partido no guerracivilista y no filoseparatista al estilo UPyD. Es decir, un partido de izquierdas que no niegue su nación. Pero, yendo a lo práctico, está claro que la Constitución ha quedado obsoleta, ha probado su fracaso (algo muy importante) con el Estado de Autonomías. Y como este golpe de Estado se ha producido gracias a esa configuración territorial, es evidente que hay que eliminar el Estado de las Autonomías o, por lo menos, corregirlo drásticamente.

 

¿Cómo lo corregiría?

 

Con esto me refiero a que las autonomías deberían limitarse a las competencias administrativas descentralizadas, como en cualquier otra administración eficaz. Lo más importante es eliminar esas dos grandes fuentes de caciquismo que son los gobiernos y parlamentos regionales. Hay que acabar con diecisiete poderes ejecutivos y legislativos. El día que se haga eso podremos empezar a regenerar España. El problema es que las voces que hablan hoy sobre la reforma de la Constitución lo que quieren es echar más veneno, más descentralización, más federalización, más derechos históricos… y eso sería trágico.

 

¿Qué opina de Tabarnia?

 

Me parece divertido. Simplemente divertido, sobre todo si sirve para cabrear a los separatistas. El problema es que hay demasiada gente que se toma en serio que la política tenga que ser divertida. Y eso ya no me gusta tanto. Aunque quizá el equivocado sea yo y ellos tengan razón. Al fin y al cabo vivimos en la era de las masas, y a las masas le van más las risas y las mamonadas que los argumentos serios.

 

Defina brevemente a Rajoy.

 

Un absoluto ignorante y una absoluta nulidad. Tan negativo para España como Zapatero, lo cual ya es decir.

 

El PP.

 

El partido que ha cautivado el voto de la derecha durante cuarenta años y la ha desactivado.

 

Inés Arrimadas

 

No lo sé, no tengo opinión formada al respecto.

 

Ciudadanos

 

Una estupenda esperanza en Cataluña que ha conseguido hacer saltar la mayoría separatista. Por otro lado, hay cosas con las que estoy en franco desacuerdo, como su apoyo a la ley de Memoria Histórica.

 

Puigdemont

 

Un tipo mediocre al que le ha tocado apuntalar la pérfida labor de Pujol y compañía.

 

Junqueras

 

Un golpista. Una persona que se ha aprovechado del control totalitario que han tenido sus partidos durante cuarenta años para crear una sociedad de clones y dar un golpe de Estado.

 

PSOE/PSC

 

La gran plaga, el gran cáncer de España.

 

Javier Villamor

Actuall, 22 de enero de 2018