Pase lo que pase, los españoles podemos estar seguros de que este 2014 pasará a la historia. Pues la arriesgada apuesta del separatismo catalán habrá de tener una u otra salida, no siendo ya posibles nuevas componendas que prolonguen eternamente la pugna como si nada hubiera pasado.
Dejando aparte las medidas que vaya o no a adoptar un gobierno experto en ponerse de perfil, en contra de las aspiraciones separatistas se encuentra la estabilidad por la que sin duda optarán la gran mayoría de los países, sobre todos los europeos, a los que la paradiplomacia de la Generalidad no cesa de engañar. Y en contra de las razones del gobierno, que son muchas y poderosas sobre todo en el terreno legal, se encuentra la dificultad de explicar allende nuestras fronteras que la actual mayoría separatista en Cataluña, tan astutamente movilizada dentro y publicitada fuera, se debe a cuatro décadas de régimen totalitario tolerado y en ocasiones bendecido por los propios gobiernos españoles. ¿Cómo va el gobierno a denunciar ahora un envenenamiento de los catalanes que los gobiernos tanto del PP como del PSOE ignoraron sistemáticamente, cuando no colaboraron con él? ¿Cómo va a pretender un gobierno aplicar ahora unas leyes que durante décadas no se han hecho cumplir a la Generalidad y que incluso han incumplido los propios gobiernos de la nación? Los gobiernos de otros países, aun suponiendo que les interese perder su tiempo en comprender nuestra jaula de grillos, probablemente acaben exigiendo al Estado que se atenga a las consecuencias de su propio comportamiento ilegal y anticonstitucional.
Pero de lo que pueden estar seguros los gobernantes del PP y los opositores del PSOE es que, si los separatistas consiguen su objetivo, la debacle que ello comportaría sería el fin tanto de ambos partidos como del régimen de 1978 en bloque, monarquía incluida. Es la hora de los estadistas (ésos que actúan pensando en las próximas generaciones). Aunque no parece que, entre tanto político (ésos que actúan pensando en las próximas elecciones), andemos sobrados de ellos.
El Diario Montañés, 3 de abril de 2014
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