María Antonia Trujillo ha lanzado recientemente al ciberespacio la pregunta “¿Para qué asuntos importantes sirve saber catalán?”.
Con ello la exministra socialista continúa la asentada tradición de la izquierda española, siempre en pos de su utopía desarraigada, de desprecio hacia las lenguas regionales. En 1899 el periódico socialista vizcaíno La lucha de clases clamaba por “un gobierno que acabe con todos los dialectos y lenguas diferentes de la nacional”. Veinte años más tarde El Liberal, órgano oficioso del socialismo vasco, consideró al vascuence “un idioma vacío, sin ideas y sin espíritu; más parece lengua para uso de irracionales”.
Algunos egregios literatos, como Baroja y Unamuno, lo proclamaron inútil para la creación literaria y científica, y el republicano Pérez Galdós mostró parecido menosprecio por una lengua que juzgaba inarmoniosa y que equiparaba al “ruido que se produce raspando con una lima los dientes de una sierra”.
En cuanto a la lengua catalana, escribió Galdós a Narcís Oller que “es tontísimo que escriba usted en catalán. Ya se irán ustedes curando de la manía del catalanismo y de la Renaixença”. El mismo error cometió, esta vez en sentido contrario, Puig i Cadafalch al declarar al castellano “lengua inútil para la vida intelectual y moderna”. Pero, mientras políticos e intelectuales del progresismo de aquellos días acuñaban frases como éstas, insignes representantes de la carcundia como Menéndez Pelayo, Pereda, Nocedal y Vázquez de Mella se distinguían por su defensa de las lenguas regionales.
Regresando a Trujillo, aparte de que el catalán, lengua de antiguo y excelso cultivo literario, sirve para disfrutar de los prodigiosos versos de Verdaguer, también les sirve a millones de catalanes para hablar, escribir, pensar y soñar, y nadie, ni individuo ni partido ni gobierno, tiene nada que decir al respecto. ¿Tan difícil es dejar a la gente en paz?
Si al que suscribe se le afease emplear la lengua que aprendió en la cuna, no tardaría ni un minuto en apuntarse al separatismo.
El Diario Montañés, 16 de enero de 2014
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