El equipo de contables de la Moncloa no parece haberse enterado de la gravedad de la situación. Pero no se trata de la crisis económica o el desprestigio de los políticos, lo cual, aunque pasajero, ya es suficientemente grave. El problema gravísimo que ha de resolver nuestra nación es el de si va a seguir existiendo o no. Pues, debido a su envenenamiento por unos políticos que hace ya muchos años que deberían haber sido procesados por utilizar ilegalmente las instituciones del Estado para dinamitarlo desde dentro, una parte constitutiva de España desde que Tarragona fuera la primera capital de la Hispania romana y Barcelona la primera capital visigoda amenaza con declarar unilateralmente la secesión. Y aunque dicha secesión no llegara a buen puerto por posibles obstáculos legales nacionales o internacionales que todavía están por ver, el daño sufrido por una España débil, desprestigiada, inestable y cuestionada por los propios españoles sería muy largo y difícil de reparar.
Además, el problema no se detendría en Cataluña, pues evidentemente el ejemplo cundiría y el País Vasco tardaría un minuto en coger la puerta, como acaba de proclamar el PNV en el Alderdi Eguna. Y habría que ver, a medio plazo, lo que harían valencianos y baleares. Pues ante la atracción de una Cataluña exitosa, una España sodomizada no sería la opción más atractiva. No es imposible, ni mucho menos, que España acabe dejando pequeño el bochorno yugoslavo. Y sin necesidad de tiros.
Por eso ni los actuales gobernantes ni los opositores con aspiraciones a serlo deberían dormirse en sus laureles, pues ni sueñen con que sobrevivirían a semejante revolución. Aunque el pueblo español, adormecido por los goles, quizá no despertase hasta que el mal fuese ya irreversible, jamás perdonaría tan devastadora catástrofe nacional ni a los partidos ni a la constitución ni a la monarquía que lo hubieran hecho posible.
Nos esperan tiempos entretenidos. El Desastre del 98 fue una broma en comparación con lo que puede suceder en los próximos años.
El Diario Montañés, 1 de octubre de 2013
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