Monte usted una banda terrorista

Si algún día, paciente lector, le da a usted por asesinar a su esposa por celos o a su padre por avaricia, apresúrese a reivindicar el hecho explicando que lo hizo por motivos políticos. Ni se le ocurra presentarse como uxoricida ofuscado por unos cuernos, sino como terrorista, a ser posible como generoso liberador de alguna nación oprimida. Porque parece evidente que quitar la vida del prójimo con la excusa de un afán ideológico está premiado. Como si implicase una perversión menor. Como si fuera una circunstancia atenuante.

 

No crea usted que la firmeza con los asesinos nacionalistas es la mejor manera de acabar con ellos, ni que hacerles ver que deben abandonar toda esperanza es el camino para evitar la renovación de sus filas. No se deje engañar por lo sucedido con el gamberrismo nacionalista cuando los chicos de la gasolina comprobaron que se iba a por ellos, sin el compadreo de la policía autónoma vasca, y que sus padres tenían que empezar a pagar los autobuses quemados.

 

Porque ahora es diferente. Ahora resulta que nuestros suicidas gobernantes, haciendo una vez más lo contrario de aquello por lo que fueron votados, están dispuestos a negociar, a ser comprensivos, a ceder, a burlarse de las víctimas, a dar la razón a esos generosos luchadores por la Euskadi invadida, ocupada y oprimida en cuyo altar se han sacrificado un millar de vidas que nunca volverán.

 

Por todo ello le recomiendo, amable lector, que se busque usted alguna buena causa política por la que asesinar. Tras un número suficiente de víctimas, alcanzará la categoría de interlocutor político, marcará el paso a los gobernantes, podrá exigir trato preferente, le impartirán cursillos, le darán trabajo, saldrá de la cárcel como un héroe y hasta le pagarán una pensión.

 

El Diario Montañés, 10 de mayo de 2012

 

 

 

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