En el Senado español todos, evidentemente, hablan español. Pero hay unos cuantos, con sus glándulas identitarias a punto de reventar y de regar a los circunstantes con sus viscosos humores, empeñados en fingir que no lo hablan. Incluso es posible que hayan logrado convencerse a sí mismos. Y, ante la pusilanimidad de quienes no quieren pasar por nacionalistamente incorrectos, pretenden jugar a naciones oprimidas organizando la pantomima de invocar a los espíritus de sus lenguas regionales en el templo parlamentario del Estado opresor. Y si ello exige la costosa, incómoda e innecesaria instalación de un sistema de traducción simultánea, que se fastidien los de la nación opresora y rindan pleitesía al tótem que recuerda a los mortales que la lengua se hizo carne y ascendió a los cielos, donde está sentada a la derecha del padre.
Tan rocambolesca maniobra va acompañada, paradójicamente, de la actitud opuesta en tierras catalanas. Pues los mismos que exigen poder hablar en catalán en un parlamento en el que sólo una minoría lo habla y todos hablan español, han desterrado a éste del Parlamento catalán, lugar en el que todos, sin excepción, hablan tanto catalán como español y ubicado en una ciudad, Barcelona, en la que se habla más español que catalán.
Por otro lado, Ibarretxe comenzó su intervención hace unos meses en el Congreso para defender su planón con unas palabras en vascuence, a la que denominó "la lengua milenaria de mi pueblo" aunque él haya comenzado a estudiarla después de haber sido elegido lendakari, aunque su padre deba ponerse auriculares en el Parlamento vasco para entenderle cuando de tarde en tarde se arranca por eusquerías, y aunque Anasagasti, de haber estado en activo, no hubiese entendido ni pío.
Y cuando el honorable Josep Bargalló (Conseller en cap de la Generalitat de Catalunya / Kataluniako Generalitateko lehen kontseilariak) aterrizó en San Sebastián en febrero de 2005, se imprimieron invitaciones bilingües en catalán y vascuence para anunciar una conferencia (Catalunya, primer any de Govern catalanista i d´esquerres / Katalunia, gobernu catalanista eta ezkertiarraren lehen urtea) que fue pronunciada, lamentablemente, en la lengua del Imperio.
Todo este guirigay, que se resolvería fácilmente con un par de camisas de fuerza y unas habitaciones acolchadas, representa, por obra y gracia de quienes lo llevan permitiendo desde 1978, el principal problema de la España de hoy. Si usted, sufriente lector, tiene elevado el sentido del ridículo nacional, no trate de imaginar las carcajadas que nuestros socios de la Unión Europea deben de estar saboreando a nuestra costa.
Va a acabar siendo cierto que Estepaís es la nación más poderosa del mundo, pues es dudoso que alguna otra hubiese podido soportar, sin acabar saltando por los aires, tanta estupidez.
Artículo publicado durante la primera legislatura zapateriana, entre 2004 y 2008, e incluido en España desquiciada
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