Un servidor se creía vacunado contra el asombro, pero ha de confesar su error. Parece que ha saltado a los medios de comunicación la información de que una no despreciable cantidad de batasunos se ha convertido al Islam. Cuesta creerlo, pero por sorprendente que parezca el asunto, no hace falta ser un genio para olfatear una explicación. Al ser España una nación de milenaria y evidente tradición cristiana –aunque ahora esté de moda despreciar esta obviedad–, forjada en la Edad Media en la lucha contra el Islam, y al ser el Cristianismo –como la propia España, por cierto– cosa de fachas, ¿qué mejor que meterse musulmán para ser todavía más antiespañol? Sobre todo después de la envidiable machada del 11-M.
El razonamiento puede parecer simple, incluso burdo, pero desengáñese, biempensante lector: no mucho más elaborados son los caminos por los que suele llegarse a las opiniones políticas.
Federico Krutwig habría disfrutado con la nueva perspectiva religiosa que se abre en tierra vasca. Porque en sus tiempos de principal ideólogo de la izquierda abertzale, ante la imposibilidad de elaborar un discurso serio sobre la no españolidad de los vascos, no le quedó otro remedio que lamentar que no hubiesen profesado alguna religión distinta de la de los españoles. Ahí al menos hubiese habido algún clavo al que agarrarse:
"La religión no separa, por desgracia para el pueblo vascón, a éste de sus vecinos. Hubiera sido una suerte, sin duda, para la nación vascona, que en algunas de las muchas diferencias religiosas que se han dado en la Historia, se hubiese afincado alguna de ellas en el pueblo vasco, bien sea que hubiesen continuado siendo paganos los vascos, que la creencia albigense hubiese tomado raíces o que el protestantismo hubiera arraigado en nuestra tierra".
Pero cuarenta años después parece que ya hay quienes se muestran dispuestos a dar póstumamente la razón a Krutwig convirtiéndose a una religión lo más alejada posible de la personalidad histórica española (y de la vasca, evidentemente; ¿se habrán dado cuenta?).
De ser exacta la información, es de suponer que no habrá nadie tan ingenuo como para creer que estas conversiones han sido causadas por un impulso religioso, un afán de verdad, una búsqueda metafísica. Son puramente políticas, testimoniales. Si alguien les hubiera convencido de que lo más antiespañol posible es hacerse astronauta, esquimal, monórquido o hincha del Manchester, allá hubieran ido de cabeza.
¡Quién se lo iba a decir a Sabino! Él, que había proclamado que "¡Aún habrá quienes crean que el nacionalismo euskeriano es una causa puramente humana!" y que "Si ha resonado el grito de independencia, sólo por Dios ha resonado".
Pobre Sabino. Si levantase la cabeza, del susto se volvía maketo.
Artículo publicado durante la primera legislatura zapateriana, entre 2004 y 2008, e incluido en España desquiciada
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