La perdición educativa

A pesar de las mil evidencias del desastre educativo causado hace una generación por eso que llaman progresismo, sus portavoces actuales insisten en el vicio, tan castizo, de sostenella y no enmendalla. Por eso, aun conociendo la dificultad de admitir errores cuando una ideología ha encallecido el entendimiento, acudamos al autorizado testimonio de Jordi Llovet, catedrático de Literatura de la Universidad de Barcelona, para más señas socialista y colaborador del periódico insignia de dicho progresismo. Pues en sus recientes memorias ha explicado que

 

“cuando Felipe González era presidente del Gobierno convocó a una camarilla de pedagogos, entre ellos algún que otro amigo suyo del colegio, también algunos amigos de su mujer, para que ordenasen en la medida de lo posible el panorama de la educación en España. Los ínclitos pedagogos se sintieron tan halagados y les pareció que se les encomendaba una misión tan elevada, con un tan alto grado de confianza y de responsabilidad, que se encargaron de llevar a la perdición la enseñanza pública en nuestro país”.

 

Por ejemplo, Llovet lamenta que la mayoría de los estudiantes de humanidades acaben hoy sus carreras sin haber leído jamás un libro y, por supuesto, sin saber expresarse con corrección ni oralmente ni por escrito. Y mejor no hablar de las faltas de ortografía y sintaxis que hace dos décadas habrían implicado el suspenso en la EGB y que hoy pueblan generosamente los escritos de periodistas, escritores y juristas.

 

Por su parte, Gregorio Salvador, vicepresidente de la Real Academia, ha relatado, entre otros, el caso de un alumno que, en un examen de Ciencias, escribió que la evolución de las especies es un proceso muy lento sólo interrumpido durante el régimen franquista. Pero lo llamativo fue que el profesor que se topó con tal perla prefirió aprobar al fenómeno antes que enfrentarse con unos padres que, según le decía su experiencia, podrían acabar hasta acusándole de apología del franquismo.

 

Si España hoy funciona mal, da miedo pensar en la de dentro de unos años.

 

El Diario Montañés, 29 de octubre de 2013

 

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