La hemiplejia política que denunciara Ortega funciona cada día peor, gracias a Dios. Aunque, en esta época de pensamiento blando, lo que en principio parece saludable quizá contribuya a la tiranía.
La izquierda, comprobado el estrepitoso fracaso del colectivismo, se quedó hace mucho sin razón de existir. Por eso, para no echar el cierre, se dedica a demoler todo lo que se interponga entre ella y la utopía, es decir, todo lo que considera que sigue constituyendo el pernicioso lastre del pasado: la tradición, la religión, la patria, la autoridad, el orden, el deber (palabras hoy casi impronunciables dada su exitosa ridiculización); y, por supuesto, las inevitables desigualdades de todo tipo que son las consecuencias necesarias de las leyes de la biología y la psicología. Desde los ilustrados del siglo XVIII a los progresistas del XXI pasando por los socialistas del XX, la igualdad es la cima de la utopía (¡empezando por la gramática!). Y como no han conseguido implantarla, ni lo conseguirán jamás pues es imposible salvo en el cementerio, estamos condenados a seguir sufriendo eternamente los vanos esfuerzos de generación tras generación de mediocres para sustituir la desigualdad humana por la igualdad del hormiguero.
La prácticamente inexistente derecha, pasmada e impotente como de costumbre, y resignada al papel subalterno de contable de una sociedad modelada por la incontestada ingeniería social de la izquierda, se limita a mantener las barrigas calentitas. No hay nada que pensar, nada que crear, nada que proponer; la política sólo está para conservar el monedero. De conservadores a conservaduros.
Y si a este yermo ideológico le añadimos la asfixiante presión de la corrección política, totalitaria mordaza que impide expresarse con libertad, imaginación y osadía, el campo de discusión de ideas se estrecha cada día más. Además, no hace falta la porra del gendarme para controlar el pensamiento: no hay mayor prueba de ausencia de libertad que la autocensura.
Aburridos, tristes y tiránicos tiempos que presumen de modélicamente libres.
El Diario Montañés, 22 de mayo de 2014
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