Aunque Balmes escribió que España es la nación más monárquica de Europa, la verdad es que dejó de serlo hace ya mucho. Desde la francesada los Borbones han venido en paquetes de dos: uno venía y el siguiente se tenía que marchar. Volvió Fernando VII el Indeseable y su hija Isabel II tuvo que largarse al exilio tras una notable carrera de ineptitud y desenfreno reflejada por los hermanos Bécquer en sus pornográficas láminas Los Borbones en pelota. Volvió Alfonso XII y su hijo Alfonso XIII acabó muriendo en el exilio italiano. Saltándose una generación a cambio de República y Franquismo, los españoles vieron cómo volvía Juan Carlos I por decisión de Franco. ¿Le tocará a su sucesor volver a partir hacia el exilio?
Por otro lado están algunas coincidencias que casi obligan a ser supersticiosos: porque la dinastía que nació con el primer Carlos murió con el segundo; el reino fundado en Oviedo en el lejano siglo VIII por el primer Alfonso pareció que iba a desaparecer definitivamente con el destronamiento del decimotercero; la restauración de 1975 rectificó el hado, pero no son pocos los que hoy se preguntan si la dinastía que fundara Felipe V logrará sobrevivir a Felipe VI.
Pues en 2013, además de otros escándalos, pequeños como cuernos o grandes como elefantes, una Infanta casada con un deportista de presuntos dedos largos y vástago de una familia de arraigada tradición separatista vasca pone su defensa jurídica en manos de un destacado dirigente del partido separatista catalán que acelera su embestida contra el Estado cuyo jefe y “símbolo de unidad y permanencia” es su padre.
Como argumento de una opereta de Offenbach no falta de nada para el gran cancán final: intrigas de alcoba, princesas centroeuropeas, conspiraciones palaciegas, confidentes indiscretos, felones camuflados, republicanos acechantes, sexo, lujo y corrupción… Pero todo es absolutamente real en las dos acepciones del término. Y muchos españoles están perplejos.
El Diario Montañés, 10 de abril de 2013
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