Anoche hicimos espiritismo. Y la buena suerte trajo a nuestra habitación a José Cadalso, el insigne autor de las Cartas Marruecas, que vino desde el Infinito para intercambiar con nosotros algunas impresiones sobre la España actual. A nuestra primera pregunta sobre cómo encontraba la España del siglo XXI nos contestó que materialmente mucho más rica que la de su tiempo, en exceso según él, pero a la vez extremadamente débil.
–¿Cómo es que encuentra débil a un país de la potencia económica de España? ¿Tan perniciosa le parece la riqueza?– le inquirimos.
–No cabe ningún remedio para prevenir los daños de la época del lujo– respondió–. Éste tiene demasiado atractivo para dar lugar a cualquier otra persuasión. Un pueblo acostumbrado a delicadas mesas, blandos lechos, ropas finas, modales afeminados y pasatiempos frívolos no es capaz de oír la voz de los que quieran demostrarle lo próximo de su ruina.
–Usted, que tanto supo de Marruecos, ¿qué opina de las continuas avalanchas en Ceuta, Melilla, el Estrecho y Canarias?
–Si desembarcasen algunas naciones guerreras en los dos extremos de Europa, no dudo de que se encontrarían en medio de ella habiendo atravesado y destruido un hermosísimo país. ¿Qué obstáculos hallarían de parte de sus habitantes? Unos ejércitos muy lucidos y simétricos, sin duda, pero debilitados por el peso de sus pasiones y costumbres y mandados por generales en quienes hay menos de lo que se requiere de aquel gran estímulo de un héroe: el patriotismo.
–Pero la superioridad técnica de Occidente ¿no le hace invencible?
–No creáis que para detener semejantes irrupciones sea suficiente obstáculo el número de ciudades fortificadas. Si reinan el lujo, la desidia y otros vicios fruto de la relajación de las costumbres, éstos sin duda abrirán las puertas de las ciudadelas. La mejor fortaleza, la más segura, la única invencible, es la que consiste en los corazones de los hombres, no en lo alto de los muros ni en lo profundo de los fosos.
–Pero, ¿no sería regenerable la nación en manos de los dirigentes adecuados?
–Reiríase la nación del filósofo que declame contra la relajación, del general que hable alguna vez de guerras. Nada de esto se entiende ni aun se oye. Lo que se escucha con respeto y se ejecuta con esmero universal es todo lo que puede acelerar y completar la ruina total de la nación.
–¿Así que usted cree que eso es lo que está sucediendo hoy en España?
–Toda la moral y la filosofía se reduce a romper todos los vínculos de parentesco, matrimonio, lealtad, amistad y amor a la patria…
Oyóse un lamento y una ráfaga helada cruzó la habitación. Así acabó la conversación. No hubo posibilidad de despedirse. Habrá que releer sus páginas.
Artículo publicado durante la primera legislatura zapateriana, entre 2004 y 2008, e incluido en España desquiciada