De hideputas y coxones

No. Esto no es una glosa de Quevedo o Valle Inclán, sino un articulillo sobre economía. En concreto sobre eso que ahora está tan de actualidad, la denominada marca España, al parecer tan poco prestigiosa allende nuestras fronteras a pesar de los goles.

 

Hace unas semanas saltaba a la prensa la polémica sobre el orujo Hijoputa y las dificultades internacionales que encontraba debido a tan singular nombre. Pero no se trata de un caso aislado: trece siglos después de que Beato de Liébana acusara a sus adversarios teológicos de ser “testiculi Antichristi”, a algún paisano suyo se le ha ocurrido bautizar un dulce de avellanas con el hermoso nombre de Cojones del Anticristo.

 

Efectivamente, gracias al humor la publicidad a veces alcanza alturas poéticas. Un clásico fue aquel Los rojos no usaban sombrero con el que una sombrerería madrileña debió de forrarse en 1939. Y ¡qué decir del discreto lema de aquella loción antiladillas que rezaba Aceite inglés, que todo el mundo sabe para lo que es! Hoy da una lección de picante elegancia la marca inglesa de lencería femenina Agent provocateur.

 

Pero esto es distinto. Entre los Cojones del Anticristo, los espárragos Cojonudos, el pacharán De puta madre y el orujo Hijoputa parece evidenciarse cierta atracción hispánica por la zafiedad. ¡Qué contraste con el éxito internacional del aceite andaluz envasado como italiano, o con la ingeniería alemana que se vende sola, o con la excelente gama de productos regionales franceses agrupados bajo la marca Reflets de France! 

 

Reflexiones sobre el Estado de las Autonosuyas aparte –que probablemente impidiera la creación de una imagen común de los productos alimentarios de nuestro país–, quizá demasiados españoles, en vez de los productos concebidos de modo elegante y serio, prefieran los de nombre canallesco. Adivina, adivinanza: ¿por qué será que los productos franceses, italianos y alemanes tienen tan buena fama en todo el mundo y los españoles no?

 

 

El Diario Montañés, 22 de julio de 2012